miércoles, 30 de abril de 2014

CRUCES DE MAYO EN LA PALMA


CRUCES Y MAYOS



La fiesta de La Cruz se celebra en distintos municipios siendo Breña Alta, Breña Baja y S/C de la Palma algunos en los que se celebra con más arraigo.
El enrame de las Cruces comienza el día 2 de mayo por la mañana, pero no será hasta entrada la medianoche cuando el público pueda apreciar los trabajos realizados por las diferentes cruces, que adornan las calles y barrios de la isla y donde se puede disfrutar de una rica y variada manifestación de cultura popular, gracias al esfuerzo de los mayordomos y cruceros, constituyéndose en una tradición que se viene trasladando de generación en generación.
Son varias las costumbres que giran en torno a la celebración de la Festividad de La Cruz en la isla: El enrame de las cruces, los mayos, los mascarones en Santa Cruz de La Palma, la saya y la cruz en Los Llanos, la bajada de “La Machanga” en El  Paso” … 


Costumbre rescatada del repertorio de fiestas de La Palma
Antiguamente, desde la vivienda de la mayordoma mayor salía la cruz engalanada, portada por una joven embutida en una gran sábana blanca sirviéndose de una amplia abertura circular parcticada al medio, que simulaba una falda o saya; a fin de que la cruz hiciera el recorrido y  no perderse las joyas y abalorios en el trayecto, cada una de las cuatro puntas de la pieza de tela era ligeramente levantada por encima del nivel de la cintura por un escolta. Más.
La Machanga. (El Paso)
En la Fiesta de La Cruz de Las Canales, en la segunda quincena de Mayo en el municipio de El Paso se produce la bajada de esta machanga, “Pepa”, para encontrarse con “Pepe”. La noche culmina con una verbena.



El origen de la machanga, de la misma manera que ha ocurrido con otras fiestas populares, se produjo cuando a mediados del siglo pasado unos muchachos del municipio decidieron realizar un muñeco gigante para bajarlo a la plaza durante las fiestas de La Cruz., creando así una tradición. Esta costumbre desapareció durante un largo tiempo para volver a  resurgir  muchos años después. Más tarde se incorporó otro “machango” que recibiera a “La Pepa”.
* Machango significa muñeco, monigote.








 



La Palma. Cruces y mayos. Cruz de Botazo
Mayo en la isla de La Palma (Canarias), principalmente en su lado oriental, es sinónimo de fiesta de las cruces y de Mayos.

La Palma. Cruces y mayos
Los municipios de Villa de Mazo, Breña Baja, Breña Alta y, por supuesto, Santa Cruz de La Palma, son los protagonistas de una tradición centenaria, que plasma el talento artístico de cientos de artesanos voluntarios, que cada año realizan verdaderas obras de arte, con productos de la tierra tan comunes como semillas y flores, además de telas y papeles de colores, entre otros materiales.


Las Fiestas de las Cruces, cuyo día grande es el 3 de mayo, tiene su Museo en el municipio de Breña Alta. Aunque el contenido de sus salas se centre en la labor que realizan los pobladores de los diversos barrios del lugar, un emotivo video permite conocer parte del proceso y lo que significa para los palmeros mantener vivos usos y costumbre como estos.
 

La Palma. Cruces y mayos
Antiguamente, durante la noche del 2 al 3 de mayo, la gente salía en grupos y hacían el recorrido de las Cruces a pie. No obstante, aunque todavía pueden encontrarse caminantes, lo cierto es que la mayoría prefiere hace la ruta en coche.


Mayos en Santa Cruz de La Palma



Mayos en Santa Cruz de La Palma

Mayos en Santa Cruz de La Palma



Mayos en Santa Cruz de La Palma



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Aparición de las dos Santas Cruces de Breña Alta (y III)

 
Llegó el momento de tomar manifestación a Antón o Antonio, negro esclabo del Francisco Pérez, quien manifiesta que
 
"vido antesdeayer, martes a la tarde, estando en la cassa de su amo, que está en la Breña, junto a la yglesia de San Pedro deste lugar, que su amo Francisco Pérez, en p[resencia] deste testigo y de Pedro, su esclabo, y de Domingo, hijo de su amo, con vna acha fue a partir vn rolo de laurel gruesso, de altor de poco más de vna bara; y queriendo partir atrabessado no pudo con la acha, avnque dio muchos golpes y luego lo viró a el cunplido y dando con la dicha aya algunos golpes despidió vn pedazo como de vna terçia de largor y media quarta de alto y de grosor de vn coto sin la cáscara y en cada vno de los dichos pedazos estaba vna cruz negra yncorporada en la madera con su pie y de altor de poco más de vna quarta".
 
Todos los testigos continúan coincidiendo en la descripción de cómo efectuó el corte del rolo de laurel Francisco Pérez. Las cruces eran de color negro y tenían pie, es decir, terminaban en forma de peana para facilitar su colocación sobre mesa o altar, tal como se ve en el pequeño dibujo de este mismo documento.
Antón, el esclavo negro, manifiesta que el vecino Melchor Rodríguez solicitó a su amo
 
"que le diese vna para llebar a su madre y no se la quiso dar su amo y bolbieron a poner el palo pequeño sobre el grande y ayer, miércoles por la mañana, treze deste presente mes, vino de la çiudad su amo deste testigo y Pedro Pérez, yerno de su amo, y su amo les enseñó las cruzes y las adoraron y luego llamaron a el cura y a otros vecinos y cubrieron el rolo con vn paño blanco y lo enramaron con flores y ierbas y lo trajeron a la yglesia de señor Sant Pedro y lo pusieron en el altar mayor donde está el Santíssimo Sacramento·.
 
El esclavo Antón manifiesta que Melchor Rodríguez pidió a su amo una de las dos cruces para llevársela a su madre, detalle que confirma que, por esos tiempos, una cruz podía suscitar devoción entre las gentes del lugar.
El otro testigo, también esclavo de Francisco Pérez, Pedro, coincide con los relatos anteriores al afirmar que Francisco Pérez,
 
 
"abiendo dado muchos golpes para sacar vn pedazo que se aba atrabessado en medio no lo pudo sacar ni hazía casi mella en el palo con la acha con lo qual lo viró a lo cunplido y abiendo dado vnos golpes con la acha en el dicho palo se abrió vn pedazo de poco más de vna tercia de largo y de vn coto de alto y en el dicho rolo grande quedó vna cruz y en el pequeño otra cruz y anbas negras de altor poco más de vna quarta con su pie y de vna misma echura, grandor y grosor y sus amos se yncaron de rrodillas, y este testigo y su compañero".
 
Continúa diciendo que el miércoles 13 de abril había llegado de Santa Cruz de La Palma Pedro Manso, su yerno; y llegaron por la mañanita y les enseñó las dichas cruzes y se yncaron de rrodillas y le dixeron a su amo que llamase gente y a el cura. Coincide también en la iniciativa que parte de Pedro Pérez Manso y, así,
 
"llamó muchos vecinos del dicho término y a el cura y les enseñó las cruzes y el cura hizo traer vna toalla limpia y cubrió el madero donde estaban las cruzes; y lo enrramaron con yerbas y flores y lo traxeron a la iglesia de señor San Pedro, parrochia deste lugar de la Breña, y lo pusieron en el altar mayor donde está el Santíssimo Sacramento, a donde a ocurrido mucha gente del dicho lugar y de la çiudad"..
 
Según el esclavo Pedro y otros, desde ese lejano año de 1622 y con seguridad después, puede afirmarse rotundamente que las cruces se enrramaron. Hay que apuntar que yerbas no podían ser otra cosa que monteverde o hierbas aromáticas.
No falta aquí detalle alguno del momento en que aparecieron las cruces e, incluso, se aporta el testimonio de los anteriores propietarios de la hacienda. Por ejemplo, Baltasar Méndez Guerra declaró
"que dio en dote vn pedazo de viña en el término de Aguasensio, que es en la Breña, a Simón Martín, su yerno, el qual lla bendió este año a Francisco Pérez, çapatero; en la qual bide este testigo naçió vn laurel abrá veinte y dos o veinte y tres años, el qual se crió con mucha fertilidad entre vnos peñascos, sin cassi tierra, y se hizo mui alto y vnbrosso". Es decir, tenemos a un testigo que, siendo propietario de estas tierras, vio nacer, entre peñascos y casi sin tierra, el frondoso laurel en torno a 1599.
Según Baltasar Méndez, cuando el laurel tenía unos catorce o quince años, comenzó a dar fruto
"que llaman baga gruessa, del grosor de aceitunas gordales; y era ordinario dar vna fanega de loro, de la qual se sacaron vna botixa de aceite; y este testigo y la gente de su cassa le tenían por árbol mediçinal y lo experimentaron en algunas enfermedades de sus hijos que, vntándoles con la fruta del, sanaba"..
Baltasar Méndez aporta el testimonio del día exacto que en fue cortado el árbol. Fue
"el domingo de carnestollendas [domingo de carnaval], seis de febrero, vido este testigo que Francisco Pérez cortó el dicho árbol por el pie con vna acha y con las ramas del, que no el pie del dicho árbol y el mástil del árbol, lo traçó en rolos; y dellos llebó dos a su cassa para hazer mallares para el lagar y los pusso en su cassa, que está en la dicha viña".
Habían pasado unos 66 días desde el corte del árbol, cuando Francisco Pérez decidió comenzar a labrar los mallares para el lagar con los rolos del laurel. Domingo Pérez dijo que el 12 de abril su padre cortó un "rolo casi seco", lo que corrobora el testimonio aportado por Baltasar Méndez: el árbol se había cortado el 6 de febrero, domingo de Carnaval, y evidentemente debía estar casi seco.
Baltasar Méndez era vecino de Francisco Pérez, y en la tarde del 12 de abril, éste lo llamó y
"le enseñó vno de los dichos rolos y sacó vn pedazo del questaba partido esse día, el pedazo menor que se abía cortado del dicho rolo, del tamaño de más de vna terçia de largo y de anchor cassi vn palmo de grosor vn coto; y el rolo donde se quitó de largor de más de vna bara y gruesso más de otro tanto.
Y luego vido este testigo en el pedaço menor vna cruz y en el dicho rolo otra cruz, anbas negras con sus pies y del altor de poco más de vna quarta de vn grosor de vn tamaño y de vna echura.
Y este testigo se yncó de rrodillas y bessó el pie de vna dellas y dixo que hera necesario hacerlo saber a el cura por cossa de mucho misterio y el dicho Francisco Pérez las bolbió a cubrir y dixo que si  las cubrieron con vn paño.
Y ayer, miércoles por la mañana, este testigo y el cura y el dicho Francisco Pérez y otras muchas personas deste lugar cubrieron el dicho madero de las cruzes y lo enrramaron con muchas rosas y flores, yerbas; y lo traxeron y pusieron en el altar mayor de la iglesia parrochial de señor San Pedro deste dicho término, donde a concurrido mucha gente de este término y de la çiudad a verle y adorarle".
Los testigos continúan coincidiendo en sus manifestaciones: en la opinión de que el hallazgo debía ponerse en conocimiento del cura Amaro González por ser cossa de mucho misterio y en que la afluencia de vecinos era importante.
Llegó el momento de tomar testimonio al cura titular de la parroquia de San Pedro, Amaro González. Después de que el vicario le tomara juramento, dijo que
"ayer, miércoles treze deste dicho mes, seería entre nuebe y diez de la mañana, biniendo este testigo de visitar vn enfermo de la Breña, viniendo a caballo y pasando vn poco desbiado de la hacienda de Francisco Pérez que tiene en este término de la Breña, el susodicho Francisco Pérez y su hijo y su yerno llamaron a este testigo dando boçes, a las quales bino este testigo a la cassa de los susodichos, questaban en su viña, los quales le enseñaron vn rolo de laurel de largor de vna bara poco más o menos y de gordor cassi otro tanto, el qual estaba cubierto con vna toaya y quitó el dicho Francisco Pérez vn pedazo questaba pegado en el dicho rolo que se abía cortado del mismo palo y vido este testigo que en el dicho rolo estaba vna cruz y en el dicho pedazo de palo estaba otra, anbas son de color negro incorporadas en los dichos maderos de altor de poco más de vna quarta cada vna con su cruz de vna misma echura y grosor".
Como los anteriores testigos, el sacerdote se quedó
"suspenso del casso, se yncó de rrodillas con mucha beneraçión y hizo oraçión a las dichas cruzes y luego preguntó a el dicho Francisco Pérez como abía sucedido aquello y le dixo que partiendo aquel rolo se dibidió en aquellos dos pedazos y en ellos alló aquellas dos cruzes".
Sin dudarlo, Amaro González dijo
"como cura a los vecinos questaban presentes, que eran muchos, que hayudasen a llebar el rolo y el pedazo a su parrochia y luego lo cubrió con vnas toallas y lo enrramaron con rosas y flores y con la mayor decençia que pudo este testigo y los vecinos lo traxeron a hombros y lo pusieron en el altar mayor de la parrochia de señor San Pedro deste lugar, donde es cura este testigo".
Se inicia así, y por disposición del cura, el recorrido procesional de las dos cruces y los pedazos del laurel donde estaban incrustadas en los brazos de los vecinos de Breña Alta hasta la iglesia de San Pedro. Continúa relatando que luego mandó una carta al vicario avisándole del caso y que el vicario le respondió que llevara dicho madero con las cruces, con la mayor decencia que pudiera. Y
"habiéndolo sabido delante de muchos vecinos del dicho lugar se desconsolaron mucho y afligieron y rogaron a este testigo fuese con ellos a la ciudad a hablar a el dicho señor vicario y este testigo fue en la noche con ellos y ablaron a su merced en pressencia del licenciado Lugo y le dio palabra de benir oi a este lugar donde a estado haziendo las diligençias cerca del casso contenido".
Los vecinos tomaron carta en el asunto: desconsolados y afligidos, rogaron al párroco que los acompañara hasta Santa Cruz de La Palma para hablar personalmente con el vicario, Romero Xacaraquemada. Amaro González aceptó la petición del vecindario y, llegados allí, solicitaron su visita en compañía de escribano a San Pedro, lo que el vicario aceptó.
Llegado este momento, el vicario tomó la determinación de pedir a "Juan Díaz, pintor, que se alló en este lugar, saque el retrato de las dichas cruzes de la forma y manera que están en los dichos maderos y se ponga por original en estos autos". Hasta este momento, no se conocía trabajo alguno en La Palma del portugués Díaz Montero; ésta es la primera referencia que se conoce. Con posterioridad a este trabajo encargado en La Palma en 1622, se encontraba en Tenerife, concretamente, en La Laguna. En 1625, firmó la carta de pago por el dorado de piñas, rosas y florón del altar mayor de la iglesia de la Concepción y, en 1627, por solicitud de Tomás Solís Pacheco, firmó el encargo de pintar unos cuadros con las armas del donante y dorar el retablo de San Ildefonso del convento de Santa Catalina. En 1633, se extendió la preceptiva carta de pago de este trabajo. En 1626, en una relación de portugueses avecindados en La Laguna, figura que desde hacía unos tres años vivía el portugués Juan Díaz Montero, de oficio pintor y dorador, que tenía cuerpo medio, era calvo, grueso, bien barbado y blanco de rostro: de edad de 40 años, casado y natural de Oporto.
Luis Romero Xaraquemada continuó dirigiendo la redacción de este detallado documento en presencia de Amaro González de los capitales y regidores Domingo Corona Palabesín, palmero de origen genovés, y de Simón García de Castilla, quien fuera alférez mayor, capitán y uno de los redactores de las Ordenanzas de la isla de 1610,  a quienes se les solicita que dieran fe y testimonio del "grandor de los dichos maderos y el grosor del madero y la calidad del palo y el grandor y color de las cruzes y el color y señales de el Christo que está en vna dellas para que conste en todo tiempo". De la lectura textual de este párrafo se deduce que, desde ese momento, se tenía conciencia de que se estaba redactando y levantando acta de máxima importancia para la historia de la Iglesia y religiosidad en La Palma. Así fue: casi cuatro siglos después, se da a conocer públicamente su totalidad.
A la vista del auto y disposición de Luis Romero, el notario apostólico y público Pedro Martínez Plaça de Recalde da fe y testimonio de que, encontrándose en la iglesia de San Pedro, "parroquia deste lugar de la Breña" el 14 de abril de 1622,
"en pressencia de su merced del señor vicario y de los dichos ynfraescriptos el licenciado Amaro Gonsales, cura de la dicha yglesia, midió el altar del madero grande el qual tenía vna bara de alto y sse midió el grossor del dicho madero puesto el madero pequeño con el y tenía cassi bara y cuarto de çircuito.
Y luego se tomó el altor del madero pequeño donde estaba otra cruz y tiene de alto vna terçia antes más que menos y de grosor más de quatro de dedos de alto sin la corteza  y de anchor por la parte de abajo cassi vna quarta y por el medio y lo alto vn poco más delgado y en cada vno de los dos maderos está vna cruz negra yncorporada en la dicha madera, sin ser tinta ni betumen, de altor cada vna de vna quarta.
Y el anchor de los pies vna mano de grosor de las señales como medio dello, poco más o menos de ancho y anbas de vna mesma echura, color y grandor, color y echura y puesto vn madero sobre otro quedan a el justo e yguale"..
Es el propio párroco de Breña Alta quien, en presencia del resto de testigos, toma las medidas exactas de las dos cruces. Y continúa, con mayor detalle, en la descripción:
"en el madero grande que tiene en medio la figura de vn xpoto y se echa de ber el cuerpo, rostro, ojos, barbas y boca y braço y pies, reclinando la cabeza sobre el braço derecho y se diferençia el dicho Xpto en la dicha cruz porque la pintura está quassi blanca y se echa de ver patentemente, provocando a mui grande devoción y dello doi fee y el dicho señor vicario y el dicho cura y los dichos testigos los firmaron de sus nombres el licenciado Luis Romero Xaraquemada, el licenciado Amaro Gonsales, Domingo Corona Palabessín, Simón García de Castilla. En fee y testimonio de verdad fize este mi signo, ques a tal. Pedro Martínez Plaça, notario appostólico y públic"..
Del Cristo se veía cuerpo, rostro, ojos, barbas, boca, brazos, pies y la cabeza reclinada sobre el brazo derecho. En opinión de los presentes, el Cristo se diferenciaba de la cruz porque la pintura está quassi blanca y se echa de ver patentemente; la cruz era de color negro. Ante esta muestra de prodigio, verlo provocaba a los presentes mui grande devoción.
Llega el momento de decidir qué hacer con las dos cruces y el vicario determina poner en conocimiento del párroco Amado González "que tenga y guarde los dichos maderos en muy grande beneración, custodia y guarda y no consi[enta que] persona alguna los ssaque de la dicha iglesia [roto] otra cossa se probea". Esta disposición se le notifica al párroco en presencia del vicario y de los testigos el licenciado Fran[cisco] [roto] y Pedro Pérez Manso y otras muchas personas. Curiosamente, vuelve a estar presente, como no podía ser menos, Pedro Pérez Manso, el yerno del zapatero Francisco Pérez, a quien se debió el impulso decisivo de llamar al cura al ver el prodigio y quien -suponemos- integraba la comisión de vecinos que se trasladó a casa del visitador Romero Xaraquemada en la madrugada del 14 de abril.
Terminaba el acta levantada a los efectos del hallazgo -desde el primer momento de su aparición, tenido por milagro- con la toma de declaración al pintor Juan Díaz Montero, "estante en esta ysla, del qual fue recibido juramento en forma de derecho, so cargo del qual prometió dezir verdad, y abiéndole traído de la çiudad a este lugar de la Breña a que dibujasse y pintasse las cruzes que parecieron en el dicho término". El titulado pintor se encontraba en La Palma. Desde Santa Cruz de La Palma se traslada a Breña Alta "y abiéndole echo para averiguasión deste casso se le hizieron las preguntas siguientes:
"Preguntado si las cruzes que están en los dos maderos grandes son echas de pintura o de alguna tinta o betún, mano que le pareze según su arte, dixo que las dichas cruzes que están en la iglesia parroquial del lugar de la Breña esculpidas en los dos maderos de laurel contenidos en estos autos este testigo las a mirado con mucha atençión y reparo del arte de pintor y lo que alla, según lo quentiende como oficial y pintor, es que estas dos cruzes no an sido pintadas con color ninguno, sino que naturalmente es madera negra yncorporadas en la blanca, de manera que todo es vna madera, sin ser esculpida ni pintada sin dividirse la cruz en negro en la madera que es blanca y en los blancos que haze la cruz en medio tocar vn poco tanto quanto de amarillo y todo el resto de los maderos es blanco sin tener negro por ninguna parte más de lo que hazen las dichas dos cruzes y questo lo a visto por haberlo tocado y raspado con las manos y artificios que hizo para ello que si lo fuere se podía bien entender".
El portugués Juan Díaz, oficial y pintor, informa que las cruces no han sido pintadas con color alguno, sino que son de madera negra, incorporadas a la blanca, y que no estaban esculpidas ni pintadas -por haberlo visto, tocado y raspado con las manos-. A una segunda pregunta: si la
"cruz questa en el madero grande [t]iene algún Christo y que largor tiene y si la questá en el  madero pequeño tiene alguna señal de figura [respondió] que la cruz questá en el madero grande tiene de largo vna quarta y otro tanto la questá en el madero pequeño y anbas son de color negro de vna misma echura y de vn mismo color, de manera que juntando vn madero con otro quedan justas e yguales y esto lo sabe porque en presencia de su merced junto anbos maderos y con vn conpás midió altor, ancho y grosor de toda la cruz y en la cruz que está en el madero grande se señala vn rostro de honbre ynclinado sobre el braço derecho y el braço izquierdo no pareze y cuerpo y piernas y pies aparezen con vna guirnalda por medio la frente y diadema arriba, que suben desde la cabeza a lo alto de la cruz de manera que pareze la inspiraçión mui deboto".
El técnico informa de que con un compás midió las cruces y que, efectivamente, tal y como habían manifestado otros testigos, en una cruz figuraba un rostro de hombre inclinado sobre el brazo derecho, no apareciendo el brazo izquierdo; por el contrario, se apreciaban piernas y pies, una guirnalda en medio de la frente y una diadema que subía desde la cabeza a lo alto de la cruz. Ayudado de compás y regla, manifiesta que
"la cruz questá en el madero grande es la siguiente contenida en este retrato de la misma, color, grandor y grosor, que está en el madero, el qual dicho retrato sacó conforme se contiene en el dicho madero grande de la misma color, figura [borrado]te y Xpo que en él está. Lo qual sacó a su leal saber y entender conforme está".
Con su leal saber y entender, el pintor había hecho el retrato que le habían solicitado. Sobre la segunda pieza, pone de manifiesto:
"[en el] madero más pequeño está vna cruz en la forma y manera contenida en esta segunda plana, sin tener Xpo ni otra señal más de las raitas que ban significadas en ella, la qual es como se sigue.
Que [borrado] conforme está en este retrato de arriba con regla y conpás como está en el dicho madero, el qual [borrado] grandor de esta pintura aelrededor de altor de quatro dedo"..
Terminaba el portugués manifestando que había dicho la verdad, cuando tenía unos 36 años de edad, firmando su declaración con su nombre ante el licenciado Luis Romero  Xaraquemada y el notario apostólico y público.
Finalizaba la instrucción de los autos levantados por el hallazgo de las dos cruces aparecidas en un laurel en Breña Alta. Luis Romero ordenó que
" se saque vn testimonio dellos en pública forma y se cor[borrado] de su merced con el original, el qual se entregue al cura de la yglesia parrochial de señor San Pedro, al qual se le notifique que los guarde y tenga en la [dicha] yglesia de señor San Pedro los dichos dos maderos donde están las dichas cruzes hasta tanto que por su [merced] [borrado]tentes e hordene otra cossa y desde luego [se remitan los] autos originales a su merced del señor llicenciado don [Antonio de] Bega y Barrien[tos], canónigo de la catedral [borrado] [consul]tor del santo officio, gobernador [borrado] obispado, [pa]ra que su merced los bea y determine çerca del casso y assí lo probei".
El testimonio que se ordenaba entregar al cura de San Pedro es el documento con el que hemos trabajado, entregado y notificado a Amaro González en presencia del presbítero Domingo Pérez, en 20 de abril de 1622. Por el contrario, el original de los autos debió ser remitido a Antonio de Bega y Barrientos, canónigo de la Catedral de Canarias en Las Palmas de Gran Canaria, gobernador del Obispado y consultor del Santo Oficio. Posiblemente, en el Archivo Diocesano de Las Palmas, se encuentre la primera manifestación de este documento con el dibujo de Díaz Montero. Si se conservara, sería la única obra de pintura que -de momento- se conociera de este pintor portugués.
Nada ocurrió en las altas jerarquías de la Iglesia en Canarias; por su parte, el Santo Oficio debió asumir la aceptación del hecho como prodigio divino. Las dos Santas Cruces de Breña Alta comenzaron a recibir culto como un acontecimiento tenido por milagroso. Hasta los años ochenta del siglo XX, las dos Santas Cruces se encontraban en la iglesia de San Pedro; en este momento, lamentablemente, se desconoce su paradero.
Extracto del Capítulo III (De las razones para el arraigo de una fiesta) 3.2.2. Las pesquisas de 1622 en torno al tronco de un laurel y las dos Santas Cruces de Breña Alta, p. 47/60 en la obra Fiesta de la Cruz, Breña Alta, La Palma de Hernández Pérez, María Victoria: [Ayuntamiento de Breña Alta], 2005. 194 pp. isbn: 84-606-3827-8.
 
 
 

sábado, 26 de abril de 2014

sábado, 19 de abril de 2014

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